Jacobo Grinberg Zylberbaum no fue un científico común. Su vida estuvo marcada por una obsesión: comprender el misterio de la conciencia. No solo desde la perspectiva fría del laboratorio, sino también desde las enseñanzas milenarias de los chamanes, los secretos de la mística y los recovecos inexplorados de la mente humana.
Nació en Ciudad de México el 12 de diciembre de 1946, en el seno de una familia judía de origen europeo. Desde muy joven se sintió atraído por lo invisible, lo inexplicable, lo que escapa a las fórmulas y a las estadísticas. A los 12 años, un evento marcaría su vida: la muerte de su madre debido a un tumor cerebral. Ese episodio lo empujó a estudiar el cerebro, buscando en la neurofisiología respuestas que quizá no existían en los libros de medicina tradicionales.
Grinberg se licenció en psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México. Luego se fue a Nueva York a cursar un doctorado en fisiología cerebral en la Brain Research Laboratory del Albert Einstein College of Medicine. Allá no tardó en darse cuenta de que la ciencia, aunque poderosa, tenía límites claros cuando se trataba de explicar fenómenos como la telepatía, la percepción extra-sensorial o los estados alterados de conciencia. Y Grinberg no estaba dispuesto a aceptar esos límites.
De regreso en México, decidió recorrer un camino poco convencional. Comenzó a estudiar de cerca las prácticas de los chamanes indígenas, en especial el trabajo de Bárbara Guerrero, mejor conocida como Pachita, una curandera que realizaba “cirugías psíquicas” sin bisturí ni anestesia. Grinberg, lejos de desmentirla, la investigó con rigor y abrió un puente inédito entre la tradición chamánica y la ciencia de laboratorio.
Publicó más de 40 libros, muchos de ellos de distribución marginal, casi clandestina, por decisión propia. Textos como Los cristales de la galaxia, Las creaciones de la existencia, El Cerebro Consciente o Los chamanes de México son considerados hoy piezas clave para quienes buscan entender la relación entre la mente, la realidad y lo inexplicable.
En su Teoría Sintérgica, una de sus propuestas más audaces, Grinberg planteaba que la realidad es un campo energético de información que se modula a través de la percepción humana. Para él, la conciencia no era un subproducto del cerebro, sino un fenómeno cósmico, universal, en el que todos participamos.
Su vida, como su obra, está rodeada de misterio. El 8 de diciembre de 1994, a cuatro días de cumplir 48 años, desapareció sin dejar rastro. Salió de su casa y jamás regresó. No hubo señales, no hubo cuerpo, no hubo pistas claras. Algunos especulan que fue víctima de intereses poderosos a los que no les convenía su trabajo. Otros creen que logró trascender los límites del espacio-tiempo, como si hubiese puesto en práctica sus propias teorías sobre la mente y la realidad.
Lo cierto es que Jacobo Grinberg sigue siendo un enigma. Su legado, sin embargo, permanece. Quienes se acercan a sus libros encuentran mucho más que conceptos: hallan una invitación a cuestionar lo que damos por hecho, a cruzar las fronteras del pensamiento lógico y a abrir la puerta hacia otros niveles de experiencia. Grinberg no buscaba simplemente estudiar la conciencia; quería expandirla. Y en ese intento, quizás, logró desaparecer en ella.